🐵 “Nada se pierde, nada se crea, todo se transforma” –Antoine Lavoisier (apócrifo desde su Tratado elemental de química, 1789)
🙉 Pink Floyd, “Time” (Dark Side of the Moon, 2003)
🙈 Alguién mirando la obra de Gustave Courbet, L’origine du monde (1866)
Entre todos los antagonismos existe una tercera vía o un camino medio. Cuál será este camino entre origen y fin? Quizás es lo que pasa entre los dos, y de ambos lados. La vida, el U de A-U-M de los cantos budistas: donde el A es el sonido que empieza desde el fundo de la garganta, de donde nace lo que sigue; el U es el sonido que llena la boca; el M se pronuncia cerrando la boca, es la solución que concluye el conjunto, el fin. El silencio, el vacío, es el cuarto elemento de la sílaba: de dónde venimos y a dónde vamos.
Junio de 2022, México, D.F., calles del centro histórico. Llamada de Abel. La tomo y sigo caminando. Voy tarde a una cita con arqueólogos que tengo que ver en el Templo Mayor. Cuando paso al lado de la catedral metropolitana, construida encima del recinto sagrado de la antigua Tenochtitlan, empezamos a hablar del sentido de las palabras. Justo en ese momento, bajo mis pies, invisible hoy, está la zona donde la gente deambulaba entre los altares de sacrificio, las torres de cráneos y los bosques de cabezas cortadas que estaban frente al gran templo. Mencionamos la palabra “nacer”: en francés se dice “naître” y está construida con la negación “n-” y el homófono “être” (ser) que parece indicar que nacimos para no ser, o sea para dejar de ser.
Enfocarse en el origen de las cosas –el inicio de la civilizacion, o la primera vez que las sociedades se jerarquizaron, el primer humano– revela un entendimiento del tiempo como si fuera lineal. Es un tiempo percibido como un hilo tendido entre un inicio y un fin que nunca se juntan y que se alejan a cada instante.
Podríamos pensar que nacer es cuando empezamos a ser una persona propia, separada del ser que nos concibió. Pero, jugando un poco, “nacimiento” en francés es también “naissance”, literalmente “n-essence” o “no-esencia”. Regresando a Mesoamerica: en el Popol Vuh, el texto maya-quiché que relata la creación de la humanidad, se cuenta que al comienzo de todo, antes del alba, cuando el tiempo todavía no existía, los que estaban escondieron sus dioses tutelares, las divinidades que dieron su identidad a cada uno de los pueblos. Si vemos esas historias como modelos para entender la existencia humana y el cosmos, mi interpretación aquí es que la esencia (es decir, el ser) de cada uno de nosotros está escondida para no ser “capturada” –es preciosa, escurridiza, furtiva, opuesta a una mascara de identidad orgullosamente exhibida. Uno de los objetivos de la vida, entonces, quizás será encontrar de nuevo (recordarse) la esencia que existía antes de haber visto la luz.
El tiempo lineal también es el de la ciencia y de la justicia. Es decir que funciona según una forma de pensar que entiende el mundo dividiéndolo en pares antagonistas: 0/1, bien/mal, negro/blanco, hombre/mujer, causa/efecto, etc. El bueno no puede ser malo y al revés/inversamente. No podemos estar aquí y allá a la vez. Ahora y otro momento no existen al mismo tiempo.
En español, se dice “nacer” como si la palabra invocara la negación del hacer. O sea que nacimos para aprender a dejar de hacer? El humano que se ubica en el momento opuesto al de su nacimiento, al fin de su vida, es la persona por la cual justamente ya no se puede hacer nada –la persona que está más allá del campo de la acción humana.
La física cuántica cuestiona el principio de separación que condiciona el entendimiento moderno de la realidad: supone que las partículas entrelazadas pueden estar aquí y en otro lugar a la vez. Lo sugiere de otra forma la observación de las estrellas: algunas ya están muertas y siguen vivas para nosotros a la vez, es una cuestión de la velocidad de la luz y de la distancia que nos separa de ellas. En otras palabras, la realidad no está determinada y nuestra sola mirada es lo que le da su forma presente.
En inglés, “nacer” se dice “to be born”. “Born” es el participio del verbo que significa a la vez “llevar” como por ejemplo en llevar un nombre o traer una cosa a algún lugar, y también quiere decir “aguantar” o “resistir”. La parte “to be” de la expresión significa “ser”. Como si nacer era la consagración o la aniquilación de estar cargado por su madre y el inicio de una experiencia vital que supone ser apoyad@, o sostenido por el resto del universo or por si mism@. Quizás se trata aquí de la cuna de un cierto entendimiento del mundo que concibe la escasez como una ilusión y sabe que todo ya esta aquí, en todas partes y todo el tiempo. Cuando las madres Hopis destetan sus hijos, todo el entorno les da pedazos de comida ya masticada como si fuera una manera de enseñarlos que el mundo externo contiene todo lo que necesitaran.
La existencia no sigue las reglas del espacio y del tiempo: es pasado, presente y futuro a la vez, aquí y en otro lugar al mismo tiempo. Está formada de transformaciones, cada una de ella conteniendo la información del todo, desde la primera hasta la última –el cambio siempre opera adentro de las posibilidades especificas de cada ser. Consecuentemente, cada ser necesariamente contiene ya todo lo que puede volver a ser. Un humano no puede volverse un elefante durante el transcurso de su vida, y un elefante tampoco puede volverse una flor. La semilla de nosotros mismos contiene desde que existe todo lo que podemos volver a ser; y antes de eso, las semillas de nuestra madre contenía ya la mitad de lo que sus descendientes iban a poder ser. Se sabe que un feto humano femenino contiene ya en sus minúsculos ovarios todos los óvulos que puede fecundar a lo largo de su vida –en otras palabras, nuestras madres en el vientre de nuestras abuelas ya tenían el óvulo que, una vez fecundado, volviera a ser nosotros mismos. Un ejemplo aún más ilustrativo existe en la metamorfosis: la larva ya tiene toda la información de la mariposa que va a ser.
“Nacer” en una mezcla de tres idiomas distintos entonces podría ser entendido como: dejar de ser, dejar de hacer y aprender a estar sostenid@, hasta quizás ser Uno con el resto.
Esa idea de que la parte que lo contiene todo puede ser explorada matemáticamente vía los objetos auto-semejantes como los fractales del conjunto de Mandelbrot por ejemplo (ve el video abajo), o también en la sucesión de Fibonacci. Tal vez mas poéticamente, la experiencia existencial y sensual de ser uno mismo un pedazo que contiene el todo es asociada con la pura emoción –esa ósmosis estética en la cual pasado, presente y futuro se derriten y forman un momento único, cuando el espacio se disuelve, el sentimiento estático que hace decir “podría morir aquí y ahora”. El poeta sufi Rumi asi la sublimaba en el siglo XIII: “No eres una gota en el océano. Eres el océano en una sola gota.”
Para estudiar el pasado, hay que conocer el presente que nos modela y nos informa. La investigación sobre el origen de las cosas pertenece a un modo de pensar, a una cultura y a una época que teme su fin. Procede de una forma de ver el mundo como cortado en dos, dividido en mitades opuestas. Esa perspectiva implica que no siempre todo ha estado acá pero que somos eventos ectópicos y singulares. En ese contexto, no pertenecemos al conjunto, y tampoco somos parte de la naturaleza: es el “medio ambiente” en el cual vivimos y “explotamos” sus “recursos”. No obstante, el origen de todo esta contenido adentro de cada una de las células que conforman nuestros cuerpos –es lo que nos dice el ADN. En ese contexto el fin está programado y constituye entonces un regreso al origen –otro nacimiento que tal vez podríamos construir toda la vida.