🙊 “Les buscaría, caminando hacia el Oeste, hacia la luna y la estrella de la tarde, al oeste de los brillantes rayos del sol y al revés del reloj girando de la Tierra, donde el Oeste se vuelve Este, cuando el crepúsculo se hace alba, y hasta que el tiempo coma su propia cola y el dia que se acabó vuelva a ser el día que acaba de empezar.” –Starhawk, The Fifth Sacred Thing (1993)
🙉 Johnny Cash, “Further On (Up The Road)” (American V: A Hundred Highways, 2006)
🙈 Escher, Print Gallery (1956)
Este y oeste son gemelos aparentemente antagonistas, sin embargo, son condición y origen de la existencia uno del otro; pasando el tiempo persiguiéndose; como la Tierra corre atrás de su pasado y de su futuro durante su revolución alrededor del sol.
Nunca supe diferenciar la izquierda de la derecha. Me acuerdo muy bien cuando la maestra trató de enseñárnoslo. Mostró el lado izquierdo y el lado derecho del pizarrón, luego se volteó y frente a la clase declaró que su mano izquierda era la ubicada del lado derecho y al revés. Me confundió para el resto de mi vida.
Todo es una cuestión de perspectiva, todo el tiempo. La muerte se podría ver como el fin de la vida y también la muerte como condición inherente a la vida. El primero no anula el otro –es simplemente un ángulo distinto. O, como lo decía Friedrich Nietzsche: “Contra el positivismo que se detiene ante el fenómeno y dice ‘solo hay hechos’ yo diría: no, justamente no hay hechos, sólo interpretaciones” (Nachgelassene Fragmente 1885-1887). A veces también se traduce como: “Cada cosa es interpretada; la interpretación que domina en tal momento depende del poder, no de la verdad.”
Más tarde, mucho más tarde, me hice tatuar sobre mi antebrazo un mapa del mundo. Era una versión que representaba únicamente los contornos de los continentes, y no las fronteras políticas de los Estados-nación. Varias veces, me fue preguntado porque lo hice al revés –el hemisferio sur hacia mi codo y el hemisferio norte mas cerca de mi mano. Para mí, el mapa estaba bien puesto, yo lo miraba en el sentido adecuado: en mis ojos, el Norte era arriba y el Sur abajo. Varias veces dije también que era uno de los pocos dibujos que no fueron hechos por el humano. Me equivocaba.
La representación común de la superficie del mundo es un planisferio: es una esfera aplanada según ciertas proyecciones geométricas. La proyección más conocida es la de Mercator –enseñada por todos lados y empleada por la mayoría de las aplicaciones de cartografía numérica. Por lo general, esa proyección ubica Europa y Africa en el centro y corta al mundo en el Pacifico. Sin embargo, la proyección de Mercator –nombre que viene del geógrafo flamenco que la diseñó en 1569– es un mapa útil para los navegantes porque es una proyección cilíndrica que mantiene con precisión la forma de los continentes aunque deformando sus áreas. Entonces, bajo esta proyección mencionada, a la medida que una zona se aleja del ecuador su area aumenta. Consecuentemente, Europa queda demasiado grande, también Groenlandia, mientras América del Sur y África se ven mucho mas chiquitos de que lo son en realidad. No obstante, a pesar de la sobre-representación de este mapa, otras proyeccciones sí existen. La de Gall-Peter, por ejemplo, reconoce el tamaño real de los continentes pero distorsiona sus ángulos. A pesar del ejemplo puesto abajo, el Norte está generalmente representado arriba y el Sur abajo; y Europa posicionada en el centro. También cabe mencionar la proyeccion “homolosena” de Goode que mantiene la proporción correcta de los continentes aunque corta los océanos (o sea, el océano). O también la proyección octaédrica de Cahill que tiene la forma de una mariposa.
Para terminar, la proyección “dymaxion” de Fuller hace ver los continentes como la gran isla que es –como un gran archipiélago en una sola masa de agua. Así entendemos que los océanos en realidad son solo uno. Ésta proyección puede ser vista en cualquier sentido: el mundo no esta cortado por la parte de los océanos; el Norte obviamente no es arriba y el Sur abajo. Una versión de esa proyección está empleada en el logotipo de la ONU.
No hay una razón logica o científica que justifique la posición del Sur abajo y el Norte arriba. Es una convención (es decir, una decisión) y un problema de punto de vista. Es bastante fácil ubicar su origen en la volición conquistadora y aniquiladora emprendida por varios Europeos primero hacia Africa y luego hacia Abya Yala (América). Tal perspectiva práctica es un genial instrumento de dominación: si el Norte está arriba, representa lo superior y el lugar donde se ubica la posibilidad de ascensión a la cual todos tendríamos que ambicionar [cuidado aquí: ironía]. Esa asimilación Norte-arriba está vinculada con una interpretación del cuerpo según la cual la parte superior posee los elementos nobles tales como el cerebro. Aunque el cerebro está por lo general identificado como el lugar de donde surge el pensamiento, esa interpretación viene más de una sensación vinculada con la posición de nuestros ojos que de una verdad: el cuerpo humano está enteramente ramificado por el sistema nervioso. Por lo tanto, el pensamiento moderno occidental (o tal vez tendría que decir “judeocristiano”) asocia la parte inferior del cuerpo con lo sucio, sujeto a infecciones –tal como los pies y los genitales. Eso demuestra una preferencia cultural donde la ascensión hacia los cielos es privilegiada frente a enraizar en la tierra. Sin embargo, quizás es una reminiscencia de un tiempo pasado cuando otra idea sobre las cosas predominaba: poner los individuos en la tierra después de su muerte en lugar de exponerles para que sean devorados por rapaces que les lleven más cerca de la bóveda celeste –como se hace en ciertas zonas de Tibet y Nepal.
“Lo que está más abajo es como lo que está arriba, y lo que está arriba es como lo que está abajo. (…)” –Tabla de Esmeralda
Cuando no se trata del cuerpo humano y de su mecánica muy particular que le impone una posición parada para caminar, no hay un arriba absoluto, tampoco un necesario abajo. Cuando se trata del planeta Tierra, no hay ni arriba ni abajo. La Tierra gira alrededor de un axis pero el punto de vista que elegimos adoptar sobre ella es especifico de cada un@ de nostr@s. No somos arriba, y tampoco somos abajo de nada –si tal es el caso, viene de una decision, nada mas. Una perspectiva en relieve de los puntos cardinales indica un entendimiento especifico del valor humano: la grandeza se mide con la altura mas que con la profundidad –a la mayor proximidad con el sol hasta quemarse las alas, en lugar de a la capacidad de volverse ancestro permitiendo ser “profundizados“. Por lo tanto, trascender arriba y abajo supone aprender a excavar para poder crecer.